La ciencia, nos ha traído muchos
beneficios como salud y entretenimiento, está en todos los ámbitos
de la vida, nos ha dado la vida actual y nos promete
un futuro brillante.
Sin embargo no hay nada que el hombre haya emprendido sin tener un lado oscuro, lamentablemente la
ciencia algunas veces ha sido
utilizada para el mal.
Quiero advertirte que tocare temas muy duros
no será nada agradable, te voy a hablar del ESCUADRÓN 731.
El Escuadrón 731 fue un programa
encubierto de investigación y desarrollo de armas biológicas del Ejército
Imperial Japonés, que llevó a cabo letales experimentos sobre humanos durante
la Segunda guerra sino-japonesa (1937-1945) y la Segunda Guerra Mundial.
La junta militar Japonesa que
gobernaba el país tras la fachada del
emperador HIROHITO compartían los ideales nazi de cabo a rabo, como por
ejemplo habían razas superiores a otras, consideraban a sus vecinos asiáticos
como sangre sucia y que no estaban a la altura racial del país del sol
naciente. Bajo esa ideología nace el
escuadrón 731 en la ciudad de HARBIN en china ciudad que en ese entonces
estaba ocupado por el ejército JAPONES.
El escuadrón fue camuflado como
un módulo de purificación de agua situado en el distrito de Pingfang, al
noreste de la ciudad china de Harbin, parte del gobierno títere de Manchukuo.
Operó a través de la propaganda política japonesa y como un emblema ideológico
de la rama política del ejército llamada Kōdōha (Partido Bélico). En la primera
fase, esta sección actuó en contra de la propaganda comunista, pero extendió
sus responsabilidades en otras direcciones, tanto en Japón como en el
extranjero.
Estas fuerzas, conocidas como los
Kōdōha y que muchos comparan a la Schutzstaffel nazi (SS), promovió el ideal de
supremacía racial japonés, el sabotaje político, el espionaje y entre otras
tantas cosas, la nefasta experimentación con extranjeros.
Cuando se realizaban experimentos
médicos con humanos se utilizaba el nombre de «Maruta», que significa algo así
como «tronco» y que se aplicaba de forma sarcástica, ya que para las
autoridades, las instalaciones no eran más que un aserradero del ejército. Bajo
estos términos, la experimentación con chinos no tuvo el menor respeto por la
vida ni por los derechos humanos.
Sheldon H. Harris, uno de los
historiadores más destacados del Escuadrón 731, explicó en un documental del
Canal Historia como la gente torturada y asesinada eran tratados como objetos:
"Estos científicos tenían un extraño sentido del humor," reveló
Harris. "Ellos se refieren a las víctimas como "maduras"",
que, vagamente traducido, son troncos, y eso era lo que pensaban de ellos, que
eran trozos de madera, no humanos. Podían cortarlos, quemarlos en la
chimenea...si se quedaban sin candidatos, la policía secreta barrería las
calles de la ciudad y detendría suficientes candidatos para el
laboratorio."
Se realizaron muchos experimentos
horribles en esas piezas de madera viviente bajo la dirección de Shiro Ishii,
el comandante de la unidad. Los experimentos podían habérsele ocurrido fácilmente
a Josef Mengele, el médico nazi conocido como el ángel de la muerte, famoso por
sus experimentos con prisioneros en Auschwitz.
Uno de los investigadores médicos involucrados
con el Escuadrón 731 explicó como se realizaba la viviseción en la gente:
"Se me ordenó lavar el cuerpo de la persona con un cepillo antes de
llevarla desnuda a la sala de disección por un miembro especial del
escuadrón," recordó. "La primera vez, me estremecí. Un miembro del
equipo estaba escuchando las pulsaciones del corazón con el estetoscopio. Otro
sujetaba un bisturí. En el momento en el que se quitó el estetoscopio de sus
oídos, un bisturí se clavó en su cuerpo. No lo sabía, pero según los médicos,
este momento era muy importante, ya que si algo salía mal, la sangre caería
sobre nosotros, y entonces podríamos infectarnos."
Algunas de las pruebas más
violentas consistían en tratar de encontrar la mejor manera de tratar las
lesiones de metralla producida durante las peleas. Los prisioneros eran atados
a estacas de madera colocándose bombas a su alrededor a varias distancias antes
de ser detonadas. A aquellos que sobrevivían se les aplicaba la cirugía; el
resto iba para las autopsias. Otros prisioneros se convirtieron en objetivos
humanos para probar otras armas como lanzallamas, sin mencionar las bombas que
liberaban gérmenes o las armas químicas.
La experimentación de
dispositivos tales como bombas en seres humanos era solo una de las brutales
actividades por las que se conoce al Escuadrón 731. Las vivisecciones eran realizadas
en hombres, mujeres y niños - que habían sido infectados - sin anestesia. Se
extraían los órganos a los sujetos de pruebas mientras seguían vivos para que
la descomposición no alterase los resultados como temían que sucediera.
Como se ha sugerido, la guerra
bacteriológica era una preocupación importante para los miembros del escuadrón.
Esos hombres llevaron a cabo experimentos en prisioneros usando un amplio
abanico de enfermedades. Su objetivo era encontrar una manera de distribuir
esos patógenos de forma que tuvieran provocaran un mayor contagio y mortalidad,
y muchos fueron desarrollados - entre ellos una bomba con bacilos que acababa
con la vegetación y la bomba de pulgas. Las pulgas transmitían la peste
bubónica, que junto con el ántrax, el tifus y gérmenes que provocaban
disentería, fueron contenidas en esas bombas, algunas de ellas diseñadas con
carcasas de porcelana (aparentemente una idea del propio Shiro Ishii).
Cuando se usaban las armas
biológicas, los elementos infectados se dejaban caer sobre zonas de China no
ocupadas por Japón, donde contaminaba la agricultura y los suministros de agua.
Lo que es más, a los niños los infectaban con caramelos. Para probar los
efectos de su trabajo, los científicos vestían trajes especiales para inspeccionar
las víctimas muertas.
Sheldon H. Harris habla más sobre los
asentamientos humanos fuera del Escuadrón 731: "No solo tr
abajaban con
humanos en laboratorios," reveló. "Cuando desarrollaron lo que se
cree que eran prototipos o armas del futuro, lo probaban en ciudades y pueblos
de China. Cientos de miles de personas se vieron afectadas por esas pruebas.
Muchas decenas de miles murieron en esas pruebas."
No había escasez de sujetos de
prueba, ya sea fuera o en el interior del complejo. Shoichi Matsumoto, piloto
de bombardero del Escuadrón 731 dijo "Hay siempre 2000 o 3000 troncos
(personas) preparados. Hay dos sitios de quema y siempre hay cadáveres
ardiendo."
Los prisioneros también eran
infectados con ETS como la gonorre
a o sífilis para ver como se extendían por el
cuerpo sin tratamiento. Mientras, las pulgas necesarias para los ataques
biológicos que involucraban la peste bubónica eran criadas en un contenedor
completo, como si fueran químicos o agentes biológicos.
Mientras algunos prisioneros infectados fueron
abiertos para realizar una cirugía invasiva mientras estaban vivos, a otros se
le amputaban miembros para estudiar la perdida de sangre, además de por qué
seguían con vida. Se sabe que los investigadores del escuadrón han vuelto a unir
miembros amputados al cuerpo de las víctimas, y han congelado y descongelado
algunos miembros para estudiar los efectos de la putrefacción y la gangrena.
Sheldon H. Harris añade: "No
tenían cámaras de refrigeración, y además, en Manchuria (noreste de China), los
inviernos eran muy duros, con -40 a 45ºC, y exponían a los prisioneros -varias
partes de sus cuerpos - a esas temperaturas, las congelaban y entonces
intentaban varias técnicas para literalmente deshidratarlas, para ver cual era
el método más efectivo para hacer frente la congelación, por lo que podría ser
usado también en la guerra - tanto para proteger a las tropas japonesas, como
para usarlo contra el enemigo."
Había muchos otros macabros
experimentos realizados sobre los prisioneros encarcelados en el Escuadrón 731.
Incluían pruebas de armas químicas en gente atrapada en cámaras de gas; hacer
girar a las víctimas en centrífugas gigantes hasta que morían; colgar a la
persona boca abajo para probar su resistencia hasta morir; inyectar aire en las
arterias y orina de caballo en los riñones.
A fin de cuentas, estos
experimentos rivalizaban con aquellos soñados por el médico nazi, Josef
Mengele, en términos de pura maldad, y es increíble como muchos de los
científicos implicados fu
eron honrados por sus servicios a la patria.
Uno de los cerebros detrás de la
unidad, Shiro Ishii, vivió en paz y tranquilidad hasta los 67 años, cuando
murió de cáncer de laringe. Los Estados Unidos sintieron que la investigaciones
en guerra bacteriológica era demasiado valiosa para perderlas y por lo tanto
hicieron un acuerdo con los japoneses.
Otorgándole inmunidad a Ishii y a
los otros científicos subordinados, los Estados Unidos querían asegurarse que
ningún otro país pondría sus manos sobre sus in
vestigaciones sobre guerra
bacteriológica. Sin embargo, los soviéticos consiguieron cierta cantidad de
información después de procesar a 12 líderes y científicos del escuadrón 731
por crímenes de guerra en unos juicios celebrados en 1949. Aquellos encontrados
culpables fueron sentenciados a entre 2 y 25 años en un campo de trabajo, y los
científicos construyeron instalaciones de armas biológicas en Sverdlovsk usando los datos recogidos. Mientras, el propio Shiro Ishii se desplazó a Maryland donde trabajó como investigador de armas biológicas. Sí, has leído bien: Ishii recibió un trabajo en los Estados Unidos a pesar de ser juzgado como criminal de guerra.
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