Hoy me gustaría relatarles
la historia de los liquidadores, hombres que sin saberlo
protegieron la vida de millones de personas y el
futuro de un país, muchos de ellos sabían
y
considero que muchos no sabían
que sacrificarían sus vidas en la labor que emprenderían, por la humanidad no todos tenemos conocimiento sobre ellos.
El sábado 26 de abril de 1986 se produjo el accidente
nuclear más grave de la historia. Aquel día, durante una prueba en la que se
simulaba un corte de suministro eléctrico, cuyo objetivo, paradójicamente, era
mejorar la seguridad de la central, un aumento súbito de la potencia en el reactor
4 de la Central Nuclear de Chernóbil, al norte de Ucrania, produjo el
sobrecalentamiento del núcleo del reactor que terminó provocando la explosión
del hidrógeno acumulado en su interior. Es el único de nivel 7 en toda la
historia, el máximo en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares.
El mismo día del accidente se inició un proceso masivo
de descontaminación y contención. Se cree que entre medio millón y un millón de
personas participaron en los trabajos alrededor de la central entre 1986 y
1992, intentando mitigar las consecuencias del desastre de aquel sábado. Estos
auténticos héroes (y en ciertos casos también víctimas, dado que algunos no
sabían a la magnitud de lo que se estaban enfrentando ni las consecuencias que
tendría), que trataron de paliar los efectos de la extensión de los materiales
radiactivos despedidos a raíz de la explosión, recibieron el nombre de
Liquidadores.
Minutos después del accidente, todos los
(Fuente)
bomberos militares
asignados a la central ya estaban en camino y preparados para controlar el
desastre. Las llamas afectaban a varios pisos del reactor 4 y se acercaban
peligrosamente al edificio donde se encontraba el reactor 3. El comportamiento
heroico de los bomberos durante las tres primeras horas del accidente evitó que
el fuego se extendiera al resto de la central. Ellos fueron los primeros
liquidadores. Poco después, el primer acercamiento en helicóptero evidenció la
magnitud de lo ocurrido. En el núcleo, expuesto a la atmósfera, el grafito
ardía al rojo vivo, mientras que el material combustible y otros metales se
habían convertido en una masa líquida incandescente. La temperatura alcanzaba
los 2.500 °C y en un efecto chimenea, impulsaba el humo radiactivo a una altura
considerable. Muchos de los
(Fuente) pilotos de los helicópteros que sobrevolaron la
central y que arrojaron absorbentes de neutrones, arena y arcilla con plomo y boro y otros
productos químicos, para contener la radiación, morirían en las semanas
siguientes debido a las altas dosis recibidas.
Después de la explosión, y con la intención de sellar el
reactor nuclear que seguía emitiendo (y lo sigue haciendo todavía hoy) dosis
extremas de radiación, se construyó el famoso sarcófago [Nota: en 2012 comenzó
la construcción de un nuevo sarcófago].
Durante las tareas previas a la construcción de esta
estructura se detectó que, en lo que quedaba del tejado de la central, había
restos esparcidos de las barras de grafito y restos de combustible nuclear,
arrojadas allí por las colosales proporciones de la explosión que destrozó todo
el edificio. Estos materiales debían de ser arrojados, desde aquel tejado, al
interior de lo que en su momento era el núcleo del reactor.
Para esta tarea, al principio, trataron de emplearse medios
mecánicos, como robots teledirigidos pero la cantidad de radiación era tal que
dichos robots, al poco tiempo de funcionamiento en esas condiciones, terminaban
por estropearse, ya que su electrónica se veía afectada y dañada por la
exposición. En consecuencia el trabajo debía de ser hecho por operarios
humanos. Estos operarios, denominados «Bio-robots», trabajaron durante una
semana arrojando aquellos desechos desde lo que quedaba del tejado, como
muestra el siguiente vídeo.
Los niveles de radiación en el edificio del reactor eran de
20.000 roentgen por hora. Una dosis letal es de alrededor de 100 roentgen por
hora, por lo que en algunas zonas, los trabajadores que no tenían protección
adecuada recibieron dosis mortales en menos de un minuto. Aun así, en periodos
máximos de dos minutos más de 3.000 personas, sobre todo soldados, realizaron
la mortal tarea. El gobierno soviético ofreció permutar los dos años de
servicio militar obligatorio por dos minutos trabajando en el reactor. Muchos
soldados aceptaron.
Protegidos, por llamarlo de alguna manera, con improvisadas
corazas de plomo, como si de guerreros medievales se tratase, y que pesaban
unos 30kg, cada grupo de «Bio-robots» salía a la azotea y arrojaba uno o dos
bloques o paladas de restos contaminados al fondo del reactor. A día de hoy, el
50% de ese grupo particular de liquidadores, ha fallecido y, el resto,
presentan en casi la totalidad de los casos, daños irreversibles.
El valor de estas personas evitó una catástrofe todavía
mayor y su labor fue posteriormente reconocida por el gobierno de la Unión
Soviética siendo condecorados con una medalla, en agradecimiento a su
sacrificio.
600.000 personas que se ocuparon de minimizar las
consecuencias del desastre del 26 de abril de 1986 en Chernóbil. Si un ser
humano recibe radiaciones de 400 roentgen/hora, se considera dosis letal y con
toda probabilidad la muerte puede llegar en cualquier momento.
Para hacerse una idea de los niveles de radiación a los que
se vieron expuestas aquellas personas, basta con tomar como referencia que los
helicópteros que sobrevolaron el reactor destruido, a pesar de estar a varias
decenas de metros de altura, llegaron a registrar niveles de hasta 1.800 roentgen.
Por tanto, no es difícil imaginar que pese a trabajar por turnos en breves
espacios de tiempo, los liquidadores que salían al exterior sin apenas
protección junto a los restos del reactor se vieron expuestos a dosis muy
superiores, de promedio 7.000 a 10.000 roentgen en pocos minutos.
En algunos casos extremos incluso se llegaron a alcanzar los
30.000 - 40.000 roentgen, equivalente a 50.000.000 de veces la cantidad que una
persona puede soportar en circunstancias normales. Esto supuso la muerte en
pocos minutos de quienes sufrieron esos niveles de exposición
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